Salí a correr. 35°. Volví a casa empapada. De transpiración y de agua porque fui con Paca hasta la escollera que está al lado del Club de Pesca, frente al Golf, y me saqué los championes, las medias y metí los pies en el agua. También me mojé la cabeza y la nuca, los brazos, las piernas. El agua estaba super fresca y transparente. Decidí interrumpir un rato la corrida porque Paca estaba jadeante, un jadeo medio ronco, pobre. No daba más. Se zambulló y nadó un buen rato, estoy segura de que me agradeció el impasse. Así como agradecen los perros: me miró con ojos cariñosos; aunque no es un perro sino una perra. Pero para este tema son iguales. Creo.
Después del almuerzo Nacho y Ale se fueron a bañar a las rocas, donde Paca y yo nos bañamos de mañana. Martín llegó un rato después a casa y se fue en bici hasta las rocas y se tiró de cabeza con tal mala suerte que se dio de cara contra una roca llena de mejillones. Se hizo pelota. Lo curaron. Por suerte le pegaron las heridas y no le hicieron puntos.
De noche festejamos el examen de Nacho con un asado. Martín, en su casa, estudiando.
Etiquetas: febrero
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