Un día de mil vueltas embolantes, tipo ir al Shopping a buscar un pantalón que me compré y lo estaban achicando, a comprar una funda para el acolchado de Ale que rápidamente va perdiendo su blanco espectacular, y corre serios riesgos de convertirse en un trapo gris. Encima, el forro lo compré chico porque el queridísimo hijo mío me pasó las medidas mal, así que tuve ir de nuevo al Shopping a cambiar el forro por otro más grande y también mi pantalón porque tenía una falla… casi caigo en una crisis histérica, no me faltaban ganas de pegar algún grito y retorcerme en un arco salvador. Porque además el Shopping, como toda la ciudad, está invadido por gnomos en vacaciones que gritan y corren por los pasillos, las escaleras mecánicas, saltan, se ríen. Claro, están liberados de las escuelas y colegios, de los profesores que los retan, los reprimen, los mantienen (si pueden) callados y ordenaditos todo el día. Por suerte tenía el fusca, así que anduve de acá para allá por la ciudad como loquita. En la última visita al Shopping entré con sol y cuando salí no se veía a una cuadra por la niebla.
Después me fui al CCE (también invadido por niños) con Sofi a ver la exposición de fotografías “Maras. La cultura de la violencia”, de Isabel Muñoz, barcelonesa, que estaba buenísima (la expo, a ella no la ví), fuerte, impresionante. “En la geografía del mal que se va espesando en esos retratos perturbadores de los miembros de
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Fui a correr, por fin!!! Hacía mucho que no corría y me sentí super bien. Me puse debajo de la ropa una de esas camisetas dry fit, mágica total y no me ensopé, no me enfrié. De cualquier forma no me quedé en el parque a estirar, volví rápido a darme una ducha calentita. El parque en sí, la parte de los juegos era un espanto, terrible pesadilla de sueños inquietos: pululaban niños corriendo, surgían incólumes de ignotas dimensiones gritando, ávidos de entretenimiento y de todo lo que fuera consumible, churros, algodón de azúcar, banderitas varias y molinetes; y trotando a su lado madres ojerosas, despeinadas y con aire de agotadas, llamándolos para que no se alejaran y no se perdieran, perros ladrando, padres sentados en los autos tomando mate.
No saqué fotos de ese espectáculo que me niego a adjetivar, así que subo la invitación del… fac!! El sábado pasado no pude ir, pero este viernes y sábado estaré ahí como si fuera una sola persona.
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Un día ecléctico. Lo peor fue que no pude ir a lo de Gabriela. Un día gris. Gris y aguado. Fui a
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Amaneció nublado y caluroso, aunque después refrescó bastante, por suerte. Almorzamos en casa Ju y yo. Asado para dos.
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Un día horrible. Pesado, calor en pleno invierno. Estuve enviando un video para el festival VIDEOAKT, en Berlín, estuve desde el viernes intentando enviarlo con esos programas que envían archivos grandes, la compu pasaba 5 o 6 horas enviando y después me avisaban que no había llegado, que daba error... uffff. Finalmente llegó. Como a las 10 de la noche terminó de pasar. Y me perdí la actividad del fac, “sé lo que hicieron el año pasado”, porque tenía que estar cerca de la máquina por si se cortaba la conexión ADSL y me dejaba el video por la mitad. A medianoche me llegó el aviso de que había terminado de bajar. IUUUUPIIIIIII
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Volvió Ju de Porto Alegre, fuimos a darle un beso a Andrea por su cumpleaños. Candela está divina, ni se entera de que Salva está sufriendo a causa de su irrupción en la vida familiar. Pero lo lleva bastante bien. Sofi fue con nosotros un rato.
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De mañana, banco en el banco, debe ser como estar sentada en el banco de suplentes, esperando turno, pero peor: no estás ahí porque seas buena o mala, sino por el número que te haya tocado. Por suerte además de la poesía que encontré pegada en el respaldo del banco de otro suplente, había llevado un libro. El de Caf, claro. La poesía quedaba bien ahí, era SU lugar. Mejor que en un libro. Parece una poesía de Benedetti. Capaz que es. O de algún admirador-emulador de su poesía. No sé.
Más tarde hubo una inauguración en el MNAV, de Fonseca. Yo no tenía nada de ganas de ir, pero Sofi insistió tanto que al final fui. Vi a Juliana, que volvió de Canadá, de
Durante la cena todo el mundo metió mano en la cámara, así que muchas fotos son de Sofi, otras de Rafael, y creo que otras de Fernando. Las demás, mías. Como siempre, agradezco las colaboraciones, espontáneas o no.
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