AUTORRETRATO http://08
16.5.08
  15 de mayo 08, jueves.

No hay registros, me quedé sin pilas. Tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas, tengo que comprar pilas. A ver si me acuerdo.

Fue un día tranqui, fui a correr, el martes también –algo de mi laguna mental va desapareciendo. Busqué en Internet apartamentos o reciclajes para Sofi. Nada a nuestro alcance. Por ahora.

Va capítulo 16 de “Santa Clara (un espacio oscuro)”:


16

El camino de vuelta fue largo, parecía como si estuviera dentro de un espejismo, como si caminara y caminara y nunca llegaba a ver el final del mato y ni la fazenda. El calor del mediodía era muy pesado y el aire húmedo me dificultaba la respiración. Me dolía la cabeza. Seguí el trillo de pasto, sabía que iba en la dirección correcta, porque no había bifurcaciones, cuando fui hacia el pueblo me había fijado bien: ni una bifurcación, ningún camino lateral, solamente mato a ambos lados del sendero. Por el sol no podía guiarme hasta que bajara un poco; en ese momento estaba alto, en el cenit, y no había sombras que me guiaran hacia el oeste ni hacia ningún punto cardinal. Pero no me inquieté: era imposible equivocarse.

Vi unos nubarrones negros sobre los árboles. “Si se acercaran... no tendría que seguir caminando al sol”, pensé esperanzada. Se acercaron más rápido de lo que creí y de pronto cayó una intensa lluvia tropical sin goteo previo. El agua caía con un sonido compacto sobre el mato, sobre la tierra, sobre mí, empapando todo. No era una tormenta con viento, truenos, rayos. La lluvia caía vertical, como una cortina espesa. El sonido era fuerte y constante. Me saqué los lentes que con el agua no me dejaban ver nada y los guardé en el bolso.

Pese a que acercarme al mato me provocaba recelo pensé instintivamente en resguardarme en algún lado. Reparé en un árbol frondoso con la copa parecida a una sombrilla, de hojas color verde claro y grandes flores amarillas. El árbol estaba en una especie de claro cerca del sendero. Me acerqué con cuidado, observando donde pisaba con detenimiento. Mi ropa y yo chorreábamos; lo que me dio lastima fueron los botines que se habían embarrado y estaban empapados. Pensé en sacármelos pero decidí que ya era tarde. “A esta altura no se van a estropear más ni menos si me los dejo puestos y además”, me dije convencida, “capaz que con la lluvia salen las víboras, y aparecen arañas por todos lados”.

El árbol no me protegió nada porque también estaba empapado, y estar ahí debajo era igual o peor que estar al descampado, porque de las hojas amplias caían largos chorros de agua a pequeños intervalos. No hacía frío y de la tierra, del pasto, de la vegetación subía un vaho húmedo y cálido con aromas sutiles y penetrantes.

Decidí seguir caminando, total, más no me iba a mojar. Pero la lluvia fue corta. Cayeron unas pocas gotas más y luego paró tan abruptamente como había empezado. Brilló el sol. La vegetación mojada resplandecía y todos los colores se acentuaron. Sonaron cantos de distintas aves, chillidos, silbidos, superpuestos y aislados, el conjunto era a la vez hermoso y abrumador. De a poco se fueron acallando y se escuchó solamente el resonar monótono de las chicharras.

Caminé hasta llegar a la zona más descampada y reconocí el lugar: por fin, ya estaba cerca de la fazenda. Una víbora muy colorida cruzó el sendero adelante mío: era linda, de un color rojo medio anaranjado, no muy larga. No me provocó el pánico que hubiera esperado. La dejé cruzar y cuando se alejó un poco seguí caminando; la miré internarse en el mato, zigzagueando.

Me desaté el pañuelo y me saqué el sombrero empapado, me puse los lentes y caminé feliz, sintiendo que el sol me secaba la ropa y el pelo, que dejé que cayera suelto, sobre la espalda.

A lo lejos vi una figura que no alcancé a distinguir bien, parecía un perro bastante grande o una oveja, de un color casi blanco que resaltaba sobre el verde. La figura se acercaba. Me saqué los lentes oscuros para ver mejor pero el sol me encandiló. Cuando estuvo un poco más cerca me di cuenta de que no era un perro, sino Clara, que venía hacia mí, gateando.

Etiquetas:

 
Comentarios: Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]





<< Inicio
TERESA PUPPO 2008

Nombre:
Lugar: Montevideo, Uruguay
Archivos
30/12/07 - 6/1/08 / 6/1/08 - 13/1/08 / 13/1/08 - 20/1/08 / 20/1/08 - 27/1/08 / 27/1/08 - 3/2/08 / 3/2/08 - 10/2/08 / 10/2/08 - 17/2/08 / 17/2/08 - 24/2/08 / 24/2/08 - 2/3/08 / 2/3/08 - 9/3/08 / 9/3/08 - 16/3/08 / 16/3/08 - 23/3/08 / 23/3/08 - 30/3/08 / 30/3/08 - 6/4/08 / 6/4/08 - 13/4/08 / 13/4/08 - 20/4/08 / 20/4/08 - 27/4/08 / 27/4/08 - 4/5/08 / 4/5/08 - 11/5/08 / 11/5/08 - 18/5/08 / 18/5/08 - 25/5/08 / 25/5/08 - 1/6/08 / 1/6/08 - 8/6/08 / 8/6/08 - 15/6/08 / 15/6/08 - 22/6/08 / 22/6/08 - 29/6/08 / 29/6/08 - 6/7/08 / 6/7/08 - 13/7/08 / 13/7/08 - 20/7/08 / 20/7/08 - 27/7/08 / 27/7/08 - 3/8/08 / 3/8/08 - 10/8/08 / 10/8/08 - 17/8/08 / 17/8/08 - 24/8/08 / 24/8/08 - 31/8/08 / 31/8/08 - 7/9/08 / 7/9/08 - 14/9/08 / 21/9/08 - 28/9/08 / 28/9/08 - 5/10/08 / 5/10/08 - 12/10/08 / 12/10/08 - 19/10/08 / 26/10/08 - 2/11/08 / 2/11/08 - 9/11/08 / 9/11/08 - 16/11/08 / 16/11/08 - 23/11/08 / 23/11/08 - 30/11/08 / 30/11/08 - 7/12/08 / 7/12/08 - 14/12/08 / 14/12/08 - 21/12/08 / 28/12/08 - 4/1/09 / 4/1/09 - 11/1/09 / 3/1/10 - 10/1/10 /


Powered by Blogger

Suscribirse a
Entradas [Atom]