AUTORRETRATO http://08
28.7.08
  26 de julio 08, sábado.

Fuimos a ver a Lautaro y flía. Lautaro estaba divino, como debe ser. Un angelito. Los papás también divinos aunque resfriados. O sea que no tan divinos, más bien ojerosos, mocosos. Al bebé lo tuve como media hora en brazos haciéndole mimos, hasta que quiso comer y se lo pasé a la madre. Pero nada de fotos otra vez.


Así que va el capítulo 20 de la novela “Santa Clara (un espacio oscuro)”; y fin, porque es el último, pero nadie empiece por el último que es trampa (Mañana me fijo en los días en que subí cada capítulo y lo publico. No, mejor que el que tenga ganas que lo haga):


20

No sé cuánto rato estuve tirada, supongo que me desmayé o me quedé un buen rato atontada por el golpe. Me levanté del piso dolorida y traté de tranquilizarme. Escuchaba las risotadas de los hombres y por el tono de las voces y la forma de hablar me di cuenta de que estaban cada vez más borrachos. En un momento me pareció que discutían, y sentí ruido a golpes, gritos. Nunca llegué a entender qué decían.

De Clara nada, desde el dormitorio no escuchaba ni siquiera el ronquido. El escándalo que armaban los hombres se superponía a cualquier otro sonido.

De a poco las voces se fueron espaciando y los silencios se hacían más largos y la conversación se convirtió en un diálogo sin sentido y luego en unos pocos monosílabos arrastrados e incomprensibles hasta que escuché un ruido sordo, como de un cuerpo que cae, junto a un ruido de vidrios rotos y al instante un eructo sonoro. Luego, silencio. Esperé un rato pegada a la puerta hasta asegurarme de no escuchar más sonidos.

Me descalcé y en punta de pies llevé la silla al lado de la ventana. Con cuidado de no hacer ruido abrí los postigos, me trepé al alféizar de la ventana y salté para afuera. El corazón me retumbaba en el pecho con fuerza. Caminé en la oscuridad hasta la cocina, me asomé a la ventana y miré hacia adentro. Vi dos hombres que parecían dormidos. El gordo estaba tirado panza arriba, con las piernas abiertas y la cabeza echada hacia atrás sobre el piso de madera. La camisa gris estaba semiabierta y dejaba ver la inmensa barriga peluda que subía y bajaba al ritmo de su respiración. El flaco de ojos claros seguía sentado, con el torso y la cabeza apoyados sobre la mesa de la cocina y roncaba con la boca muy abierta. La nariz aguileña había quedado apoyada sobre una botella y estaba torcida hacia un costado. El grandote de la cicatriz no estaba. Clara tampoco.

Fui hasta la puerta principal y entré con sigilo pese a mi ansiedad. Las manos me temblaban y las sentí húmedas. En el estar no había nadie, ni en el comedor, ni en el escritorio. Fui hacia la cocina, el cuerpo de Carbón seguía en el mismo lugar, contra la pared del pasillo. Busqué en la despensa, pasé por encima del gordo, revisé toda la planta baja hasta llegar al dormitorio de Clara. La puerta estaba cerrada. Bajé la manija con cautela, empujé la puerta hasta que se abrió una rendija y miré para adentro. Clara estaba boca arriba sobre la cama con el camisón empapado de sangre a la altura del abdomen. El hombre dormía a su lado también boca arriba, el brazo derecho le caía, flácido, a un costado de la cama y con la mano izquierda sostenía la mano derecha de Clara. El cuchillo de cortar fiambre estaba sobre la alfombre, ensangrentado.

Me quedé paralizada, incrédula. No sentí nada, ni ganas de llorar. Solamente un nudo que me apretó el estómago con fuerza.

Entré a la habitación y me aproximé con lentitud hasta llegar al lado del hombretón. Me quedé un rato parada a su lado mirándolo: el ojo semicerrado por la cicatriz brillaba. La piel oscura parecía curtida como la de un hombre de campo. Una sonrisa pacífica le suavizaba los rasgos. Me pareció reconocerlo. No me importó. Me agaché, agarré el cuchillo, me levanté y me acerqué a él. Sin dudar le enterré con fuerza la punta del cuchillo atrás de la garganta. Con un ademán breve le atravesé el cuello y empujé con fuerza hacia adelante de la misma forma que hacía con los cerdos al degollarlos. El chorro de sangre salpicó la cama, las sábanas y se deslizó hacia el piso formando un charco. El ojo sano se abrió y me miró sin entender, escuché el esfuerzo que hacía el hombre para respirar, el ronquido afónico y desesperado que se apagó cuando se sacudió con un estertor. No le cerré el ojo. El charco rojo del piso se volvía cada vez más espeso y oscuro

Desprendí la mano enorme y sucia de la mano de Clara y empujé al hombre hasta hacerlo caer de la cama. Cayó de cara sobre el charco, blando y desarmado. Lo agarré por los pies y con toda mi fuerza lo arrastré hacia la cocina. Al bajar la escalera la cabeza se bamboleó de un lado a otro y se golpeó contra cada escalón emitiendo un ruido seco. El cuerpo dejó un rastro ensangrentado sobre el piso y los escalones. Lo dejé junto al gordo que roncaba ajeno a todo.

Llené un balde con agua y agarré un jabón, una esponja y una toalla, volví al cuarto de Clara y empecé a limpiarla con cuidado. La lavé hasta que no quedó ningún rastro de sangre. El cuerpo se conservaba tibio y dócil. Parecía dormida. Le deshice la trenza y la peiné, le dejé el pelo suelto. Le saqué el vestido y vendé la herida del vientre con cuidado, por las dudas de que saliera más sangre: no quería que manchara nada. La levanté y la recosté sobre el sillón. Limpié la sangre del piso, de la cama. Tuve que ir unas cuantas veces a cambiar el agua enrojecida del balde y enjuagar el trapo. Saqué las sábanas sucias y coloqué otras, blancas, impecables. Levanté a Clara de nuevo y la acosté sobre la cama. Le puse un vestido limpio. Estaba muy pálida, más de lo acostumbrado, su piel parecía casi transparente. Pensé que estaba linda, con el vestido blanco de fiesta largo hasta los pies, bordado con festones y puntillas. Arreglé con cuidado los rizos rubios y suaves.

Limpié la sangre de la escalera y del pasillo y regresé a la cocina con las sábanas manchadas de sangre entre los brazos y las tiré junto a los hombres. Pasé por el corredor y levanté con cariño el cuerpo de Carbón. Lo llevé al dormitorio de Clara y lo recosté a su izquierda, apoyé con suavidad el hocico sobre el brazo extendido.

Fui hasta el baño, me lavé bien y me saqué la ropa manchada. Me arreglé el pelo y fui hasta el dormitorio; me subí a una silla y busqué la caja que estaba en el estante más alto del ropero, al fondo. La coloqué sobre la cama, la abrí con cuidado y saqué el vestido de novia que estaba envuelto cuidadosamente con papel de seda. Me lo puse y arreglé con cuidado el velo frente al espejo.

Volví a la cocina, me acerqué a la mesa y agarré al tercer hombre del pelo con la mano izquierda y le levanté la cabeza: la nuez sobresalía como un pico de águila. Babeaba. Ni siquiera abrió los ojos. Lo empujé al piso junto a los otros dos. Fui a la despensa a buscar un bidón de gasolina y rocié los cuerpos, las sábanas, el piso de madera. Cuando terminé el contenido del bidón lo dejé a un costado. Todo lo hice como si fuera una autómata, sin odio, sin ningún sentimiento. Ni rabia, ni tristeza, ni angustia, ni miedo, ni placer.

Saqué una vela del candelabro y desde la puerta la tiré sobre los cuerpos, restalló una gran llamarada con brillos azulados y verdes que me empujó hacia atrás. Los cuerpos envueltos en llamas se retorcieron de forma grotesca, despidiendo un olor desagradable y la mesa comenzó a arder, con un crujido que me sonó a queja. El ruido atronador del fuego se mezcló con otros sonidos, me pareció escuchar gritos y llantos, pero no pude descifrarlos. El fuego se extendió con rapidez y se apropió de la mesa, de los pisos de madera, de las cortinas, y me envolvió el calor brutal que expandía.

Cerré la puerta de la cocina y subí la escalera sin apuro, caminé hasta la habitación de Clara, entré y cerré la puerta. Me senté a su lado, sobre la cama. Le besé las mejillas, los ojos, la frente pálida. La cubrí con una sábana blanca. Después agarré el cuchillo y sin vacilar me hice un tajo profundo en la muñeca izquierda. Me acosté a su lado, la abracé y dejé caer el brazo izquierdo colgando al costado de la cama para que la sangre chorreara hacia el piso, no quería ensuciarla.

A través de la ventana vi los árboles que rodeaban la casa iluminados por reflejos movedizos rojos y anaranjados. Unas figuras huidizas se desdibujaron, se mezclaron con las sombras y con los reflejos de las llamas. Aspiré el olor a madera quemada, y miré hacia las pequeñas lenguas de fuego que comenzaban a colarse por debajo de la puerta.

Por fin, pude gritar. Escuché el grito agudo, un alarido animal que me llenó el cuerpo y la mente, y me convertí en aullido. Sentí mi boca abierta que gritaba y no podía cerrarla ni dejar de gritar. De a poco, el alarido se convirtió en un quejido ronco, entrecortado, cada vez más leve y la respiración se volvió suave y profunda, y me fui calmando. Cerré los ojos y me dejé invadir por una creciente sensación de paz. Como en un sueño, Angélico y Clara se acercaron a mí y los tres bailamos abrazados, al son de una voz dulce y triste, una voz femenina que cantaba en un idioma desconocido. Yo tenía puesto el vestido de novia y Clara el vestido blanco de fiesta. Angélico, no supe por qué, estaba de pijama y pantuflas, con el pelo rubio todo revuelto.


Etiquetas:

 
Comentarios: Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]





<< Inicio
TERESA PUPPO 2008

Nombre:
Lugar: Montevideo, Uruguay
Archivos
30/12/07 - 6/1/08 / 6/1/08 - 13/1/08 / 13/1/08 - 20/1/08 / 20/1/08 - 27/1/08 / 27/1/08 - 3/2/08 / 3/2/08 - 10/2/08 / 10/2/08 - 17/2/08 / 17/2/08 - 24/2/08 / 24/2/08 - 2/3/08 / 2/3/08 - 9/3/08 / 9/3/08 - 16/3/08 / 16/3/08 - 23/3/08 / 23/3/08 - 30/3/08 / 30/3/08 - 6/4/08 / 6/4/08 - 13/4/08 / 13/4/08 - 20/4/08 / 20/4/08 - 27/4/08 / 27/4/08 - 4/5/08 / 4/5/08 - 11/5/08 / 11/5/08 - 18/5/08 / 18/5/08 - 25/5/08 / 25/5/08 - 1/6/08 / 1/6/08 - 8/6/08 / 8/6/08 - 15/6/08 / 15/6/08 - 22/6/08 / 22/6/08 - 29/6/08 / 29/6/08 - 6/7/08 / 6/7/08 - 13/7/08 / 13/7/08 - 20/7/08 / 20/7/08 - 27/7/08 / 27/7/08 - 3/8/08 / 3/8/08 - 10/8/08 / 10/8/08 - 17/8/08 / 17/8/08 - 24/8/08 / 24/8/08 - 31/8/08 / 31/8/08 - 7/9/08 / 7/9/08 - 14/9/08 / 21/9/08 - 28/9/08 / 28/9/08 - 5/10/08 / 5/10/08 - 12/10/08 / 12/10/08 - 19/10/08 / 26/10/08 - 2/11/08 / 2/11/08 - 9/11/08 / 9/11/08 - 16/11/08 / 16/11/08 - 23/11/08 / 23/11/08 - 30/11/08 / 30/11/08 - 7/12/08 / 7/12/08 - 14/12/08 / 14/12/08 - 21/12/08 / 28/12/08 - 4/1/09 / 4/1/09 - 11/1/09 / 3/1/10 - 10/1/10 /


Powered by Blogger

Suscribirse a
Entradas [Atom]