Nada de fotos. Hoy tenía que ir al dermatólogo, que me iba a sacar un pedacito de caaaaarne (de carne mía, un pedacito mío buááá) de la nariz, del lugar donde hace 4 meses me salió un grano rojo. No muy feo pero bulto al fin, y desubicado, fuera de lugar y de contexto. Como desde la internación del año pasado cada vez que se me acerca un bulto blanco con forma humana (especialmente enfermeras/os, pero también médicos), con intenciones generalmente conocidas y que hacen doler, tengo ganas de salir corriendo y de llorar, patalear, hacer un buen escándalo (y no lo hago, que idiota, y parezco valiente, como si ser valiente me importara un rábano, pero no, no es eso, es que tengo las expresiones de dolor y de llanto tan reprimidas que no me sale el pataleo); le pedí a Ju que me acompañara. Como apoyo moral, en fin, para no sentirme desvalida. Ju es santo y fue conmigo. No me dolió casi , solo el ardor de la anestesia en la nariz con la aguja enoooorme (pero cerré los ojos, claro). Y dspués sentir que la mano del médico escarbaba (en mí) con fuerza, con algo que yo sentí que era como la cuchara para ahuecar papas y hacer papines redonditos, un instrumento cortante así, pero mucho, mucho más chiquito. Y lo sentí, sentí que escarbaba casi hasta el hueso. Sin dolor, claro. Pero no es lo más importante, el dolor siempre es relativo. Sentí el cra-cra-cra. Y me sentí desvalida. Me saltaron apenas unas lágrimas, aunque tenía ganas de aullar. En fin. Un día de estos, aúllo, para sacarme las ganas.
Etiquetas: agosto
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