Me fui a la psicóloga en bici. Me encantó. Pero tengo que tener más cuidado porque casi me llevo sentado en el manillar a un transeúnte y a su perro, porque yo iba a todo lo que daba y el pobre tipo miró solamente para el otro lado para cruzar, sin tener en cuenta de que el bólido violeta andaba suelto y a contramano por las calles de Montevideo. Por suerte zafé, en una ágil y arriesgada maniobra.
Etiquetas: setiembre
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